Saltar al contenido

NO PARA CUALQUIERA..6


Recommended Posts

Si examinamos en este aspecto el alma del lobo estepario, se nos manifiesta éste como un hombre al cual su grado elevado de individuación lo clasifica ya entre los no burgueses, pues toda individuación superior se orienta hacia el yo y propende luego a su aniquilamiento. Vemos cómo siente dentro de sí fuertes estímulos, tanto hacia la santidad como hacia el libertinaje, pero a causa de alguna debilitación o pereza no pudo dar el salto en el insondable espacio vacío, quedando ligado al pesado astro materno de la burguesía. Esta es su situación en el Universo, éste su atadero. La inmensa mayoría de los intelectuales, la mayor parte de los artistas pertenecen a este tipo. Únicamente los más vigorosos de ellos traspasan la atmósfera de la tierra burguesa y llegan al cosmos, todos los demás se resignan o transigen, desprecian la burguesía y pertenecen a ella sin embargo, la robustecen y glorifican, al tener que acabar por afirmaría para poder seguir viviendo. Estas numerosas existencias no llegan a lo trágico, pero sí a un infortunio y a una desventura muy considerables, en cuyo infierno han de cocerse y fructificar sus talentos. Los pocos que consiguen desgarrarse con violencia, logran lo absoluto y sucumben de manera admirable; son los trágicos, su número es reducido. Pero a los otros, a los que permanecen sometidos, cuyos talentos son con frecuencia objeto de grandes honores por parte de la burguesía, a éstos les está abierto un tercer imperio, un mundo imaginario, pero soberano: estos mártires perpetuos, a los cuales les es negada la potencia necesaria para lo trágico, para abrirse camino hasta los espacios siderales, que se sienten llamados hacia lo absoluto y, sin embargo, no pueden vivir en él: a ellos se les ofrece, cuando su espíritu se ha fortalecido y se ha hecho elástico en el sufrimiento, la salida acomodaticia al humorismo. El humorismo es siempre un poco burgués, aun cuando el verdadero burgués es incapaz de comprenderlo. En su esfera imaginaria encuentra realización el ideal enmarañado y complicado de todos los lobos esteparios: aquí es posible no sólo afirmar a la vez al santo y al libertino, plegando los polos hasta juntarlos, sino comprender además en la afirmación al propio burgués. Al poseído de Dios le es, sin duda, muy posible afirmar al criminal, y viceversa; pero a ambos, y a todos los otros seres absolutos, les es imposible afirmar aquel término tibio y neutral, lo burgués. Sólo el humorismo, el magnífico invento de los detenidos en su llamamiento hacia lo más grande, de los casi trágicos, de los infelices de la máxima capacidad, sólo el humorismo (quizás el producto más característico y más genial de la humanidad) lleva a cabo este imposible, cubre y combina todos los círculos de la naturaleza humana con las irradiaciones de sus prismas. Vivir en el mundo, como si no fuera el mundo, respetar la ley y al propio tiempo estar por encima de ella, poseer, , renunciar, como si no se tratara de una renunciación -tan sólo el humorismo está en condiciones de realizar todas estas exigencias, favoritas y formuladas con frecuencia, de una sabiduría superior de la vida.

Y en caso de que el lobo estepario, a quien no faltan facultades y disposición para ello, lograra en el laberinto de su infierno acabar de cocer y de transpirar esta bebida mágica, entonces estaría salvado. Aún le falta mucho para ello. Pero la posibilidad, la esperanza, existe. Quien lo quiera, quien sienta simpatías por él, debe desearle esta salvación. Ciertamente que de este modo él se quedaría para siempre dentro de lo burgués, pero sus tormentos serían llevaderos y fructíferos. Su relación con la burguesía, en amor y en odio, perdería la sentimentalidad, y su ligadura a este mundo cesaría de martirizarlo constantemente como una vergüenza.

Para alcanzar esto o acaso para, al final, poder todavía osar el salto en el espacio, tendría un lobo estepario así que enfrentarse alguna vez consigo mismo, mirar hondamente en el caos de la propia alma y llegar a la plena conciencia de sí. Su existencia enigmática se le revelaría al instante en su plena invariabilidad, y a partir de entonces sería imposible volver a refugiarse una y otra vez desde el infierno de sus instintos en los consuelos filosófico-sentimentales, y de éstos en el ciego torbellino de su esencia lobuna. El hombre y el lobo se verían obligados a reconocerse mutuamente, sin caretas sentimentales engañosas, y a mirarse fijamente a los ojos. Entonces, o bien explotarían, disgregándose para siempre, de modo que se acabara el lobo estepario, o bien concertarían un matrimonio de razón a la luz naciente del humorismo.

Es posible que Harry se encuentre un día ante esta última posibilidad. Es posible que un día llegue a reconocerse, bien porque caiga en sus manos uno de nuestros pequeños espejos, o porque tropiece con los inmortales, o porque encuentre quizás en uno de nuestros teatros de magia aquello que necesita para la liberación de su alma abandonada en la miseria. Mil posibilidades así lo aguardan, su destino las atrae con fuerza irresistible, todos estos individuos al margen de la burguesía viven en la atmósfera de estas posibilidades. Una insignificancia basta, y surge la chispa.

Y todo esto lo conoce muy bien el lobo estepario, aun cuando no llegue nunca a ver este trozo de su biografía interna. Presiente su situación dentro del edificio del mundo, presiente y conoce a los inmortales, presiente y teme la posibilidad de un encuentro consigo mismo, sabe de la existencia de aquel espejo, en el cual siente tan terrible necesidad de mirarse y en el cual teme con mortal angustia verse reflejado.

Para terminar nuestro estudio queda por resolver todavía una última ficción, una mixtificación fundamental. Todas las , toda la psicología, todos los intentos de comprensión necesitan, desde luego, de los medios auxiliares, teorías, mitologías, ficciones; y un autor honrado no debería omitir al final de una exposición la resolución en lo posible de estas ficciones. Cuando digo o , ya es esto una afirmación que necesita explicarse, pues un arriba y un abajo no los hay más que en el pensamiento, en la abstracción. El mundo mismo no conoce ningún arriba ni abajo.

Así es también, para decirlo pronto, una mentira el lobo estepario. Cuando Harry se considera a sí mismo como hombre-lobo y piensa que está compuesto de dos seres hostiles y contrarios, ello es puramente una mitología simplificadora. Harry no es un hombre-lobo, y si nosotros también acogimos, aparentemente sin fijarnos, su ficción, por él mismo inventada y creída, tratando de considerarlo y de explicarlo realmente como un ente doble, como lobo estepario, nos aprovechamos de un engaño con la esperanza de ser comprendidos más fácilmente, engaño cuya depuración debe intentarse ahora.

La bidivisión en lobo y hombre, en instinto y espíritu, por la cual Harry procura hacerse más comprensible su sino, es una simplificación muy grosera, una violencia ejercida sobre la realidad en beneficio de una explicación plausible, pero equivocada, de las contradicciones que este hombre encuentra dentro de sí y que le parecen la fuente de sus no escasos sufrimientos. Harry encuentra en sí un , es decir, un mundo sombrío de instintos, de fiereza, de crueldad, de naturaleza ruda, no sublimada. A pesar de esta división aparentemente tan clara de su ser en dos esferas que le son hostiles, ha comprobado, sin embargó, alguna vez que por un rato, durante algún feliz momento, se reconcilian el lobo y el hombre. Si Harry quisiera tratar de determinar en cada instante aislado de su vida, en cada uno de sus actos, en cada una de sus sensaciones, qué participación tuviera el hombre y cuál el lobo, se encontraría en un callejón sin salida y se vendría abajo toda su bella teoría del lobo. Pues no hay un solo hombre, ni siquiera el negro primitivo, ni tampoco el idiota, tan lindamente sencillo que su naturaleza pueda explicarse como la suma de sólo dos o tres elementos principales; y querer explicar a un hombre precisamente tan diferenciado como Harry con la división pueril en lobo y hombre, es un intento infantil desesperado. Harry no está compuesto de dos seres, sino de ciento, de millares. Su vida oscila (como la vida de todos los hombres) no ya entre dos polos, por ejemplo el instinto y el alma, o el santo y el libertino, sino que oscila entre millares, entre incontables pares de polos.

Enlace al mensaje
Compartir en otros sitios

Archivado

Este tema está archivado y cerrado para más respuestas.

×
×
  • Crear Nuevo...